Investigador habla de la agricultura de conservación como alternativa ambiental
“Un suelo degradado puede ser recuperado a partir de prácticas culturales de conservación”
Dentro de las actividades de la décima edición del Festival Internacional de la Imagen (FINI) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) en su modalidad virtual, se presentó el investigador Alejandro Téllez Jurado, quien expuso “Agricultura de conservación: agua de riego utilizada en el Valle del Mezquital”, como parte del Coloquio de la Imagen.
El experto, perteneciente a la Universidad Politécnica de Pachuca, resaltó que su ponencia partió de la experiencia en investigación del uso de aguas residuales dentro de la agricultura de conservación. Abordó los tipos de agricultura: la tradicional, caracterizada por el alto y violento impacto en los suelos agrícolas debido a la indiscriminada utilización de fertilizantes; la labranza reducida, distinguida porque sus procesos de erosión son menos agresivos que los de la tradicional, además de que facilita la transferencia de nutrientes del agua a los suelos.
Asimismo, habló acerca de la labranza cero, encargada de mejorar el equilibrio biológico y químico, al igual que la evasión del uso de maquinaria eléctrica. Y, por último, mencionó la agricultura de conservación, una alternativa más amigable con el suelo, pues la perturbación del mismo es mínima, encima de que, gracias a la rotación de cultivos, hay un control efectivo de plagas y enfermedades, por lo tanto, el uso de plaguicidas disminuye.
Indicó que desde 1912 las aguas residuales empezaron a ser utilizadas para riego de suelos agrícolas. “En México hay dos afluentes principales que se destinan hacia la zona del Valle del Mezquital, y a partir de ahí se distribuyen a los diferentes distritos de riego. En Hidalgo hay alrededor de 80 mil hectáreas que utilizan aguas residuales y la mayor parte de estas se almacenan en nueve presas, una vez que llegan a esas presas se distribuyen hacia tres distritos: el de Tula, el de Alfajayucan y el de Ajacuba”, señaló el experto.
Destacó que el agua residual se produce como resultado de las actividades humanas, por lo cual su calidad y composición está determinada por el nivel de vida de los habitantes, así como de los sistemas de tratamiento.
Hizo énfasis en las ventajas de la utilización de estas, pus aumenta los rendimientos de los cultivos, mejora la calidad de los suelos y reduce el uso de fertilizantes. Sin embargo, señaló que tiene efectos negativos, entre los que se encuentra la salinización de suelos, la acumulación de metales tóxicos y la contaminación de aguas subterráneas.
Refirió que en el proceso de utilización de aguas residuales en el sector agrícola del Valle del Mezquital intervienen factores sociales, económicos, ambientales y políticos. “Hay un impacto en la proliferación de enfermedades porque se utilizan aguas crudas, aguas que no han sido previamente tratadas”, alertó.
Al concluir su ponencia, puntualizó el impacto que tiene la agricultura de conservación en los suelos: “el uso de aguas residuales sí tiene ciertos beneficios, sobre todo de tipo ambiental; sin embargo, tenemos que sopesar qué es lo que tenemos que hacer, si seguir con las prácticas culturales intensivas o hacer una conversión parcial hacia agricultura de conservación, y esto no implica que no se deban usar aguas residuales”.